Sumarse a esta
orientación es un error. “Trump se ha vuelto loco” titula Política Obrera del 4 de julio. No. Cualquiera lo sabe, la figura de
Trump no responde a una crisis psiquiátrica sino a la necesidad del
imperialismo de mostrar su faceta de mayor violencia en medio de lo que ya es
la crisis más aguda de la historia del capital.
Por su parte, el
ataque a la locura no es sólo un ángulo que busca despolitizar los debates
políticos sino un ataque directo a las enfermedades psiquiátricas, las cuales
crecen exponencialmente al ritmo de la crisis. Esto mientras los sistemas de
salud mental de todo el mundo se encuentran vaciados, atacados o privatizados. Las sesiones privadas de psicoanálisis hoy se valúan arriba de los 10 dólares semanales. Se habla en
estos días del crecimiento masivo de la sensación de hipocondría – la sensación
de tener síntomas que en realidad no se manifiestan físicamente – debido a la
incalculable información que circula sobre el COVID 19. Hay que tener cuidado con la salud mental del pueblo.
En fin, Trump no
está loco. El problema es el capital. Lo que parece una obviedad, es necesario
repetirlo una y otra vez.
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