Hace unos minutos acabo de finalizar de leer un texto extensísimo de Marcelo Ramal que vuelve a cometer, como lo ha hecho una y otra vez, el vicio de considerar el desarrollo político de la oposición de izquierda del partido obrero más grande de América Latina como el debate “de aproximadamente dos años” en el que sólo se pusieron en juego definiciones políticas y que, por supuesto, tienen como principal protagonista omnisciente al escritor.
El texto de Ramal representa una interpretación de aparatos de la realidad.
De otro aparato que no es el de Pitrola y que tiene muchísimos menos alcance
mediático, pero aparato al fin. Los debates que según Ramal habrían llevado a
la conformación de la tendencia se encuentran todos aislados del plano de la
realidad, de la lucha de clases y sobre todo de las gestas populares que
recorrieron la Argentina de los últimos tres años y que son la verdadera chispa
revolucionaria que luego se expresó en sus partidos y ahora amenaza a los
sindicatos burocratizados. Ramal, autor de la famosa editorial del 19 de
diciembre de 2017 en la que la gran movilización al Congreso Nacional fue
caracterizada como “punto de inflexión en la situación política, con enormes
desarrollos para la izquierda revolucionaria”, ahora elimina de un plumazo a
las jornadas de diciembre como el suceso político más importante de la etapa,
sobre todo si lo que se está estudiando es a la izquierda.
Las jornadas de diciembre no fueron un punto de inflexión en una clase
obrera que venía hacía años librando batallas decisivas y que incluso se había unido
en manifestaciones masivas junto al movimiento estudiantil, pero
sí fueron jornadas que sustancializaron las tendencias de lucha organizada que
se desarrollaban en el proletariado argentino. A la cabeza de la tarde del 18 estuvieron
los obreros opositores de la UOM, de ADEMyS, de SUTEBA La Matanza, del
Ferrocarril Roca, del neumático y por la noche del dieciocho los mismos vecinos
que dieron vuelta el 19 de diciembre de 2001 salieron a la calle a cacerolear
contra la represión de Bullrich. El comité central del Partido Obrero llegó a
las jornadas absolutamente carente de perspectivas de desarrollo político,
reclutamiento, campañas de agitación entre las masas y mucho menos combate con
la policía. Por caso, al otro día de las jornadas, por unanimidad, el comité de
la Capital votaba un balance en el que más de la mitad del texto estaba
dedicado a atacar la posición de Maximiliano Jozami, quien gritaba mediante
otros boletines desde hacía meses la urgente necesidad de comenzar a preparar
un polo político obrero de lucha de cara a los grandes sucesos que se
acercaban. Era la contra política al “punto de inflexión” de Marcelo Ramal…
diciembre era la consecuencia de todo un proceso que ya tenía sus expresiones
políticas.
Pero ok, Ramal decidió romper con el aparato varios meses después. Podría
entonces uno decir que es un detalle menor omitir las jornadas de diciembre
siempre y cuando no se deje pasar el estudio de cómo las jornadas luego se
expresaron en el Conurbano. Si existió un hecho crucial que llevó a la
conformación de la tendencia del Partido Obrero, éste fue el morenazo y todos
los levantamientos que se dieron alrededor del asesinato de Sandra y Rubén. Nos
enteramos allí de la brutal política conservadora que desarrollaban las
direcciones intermedias del partido en todas las localidades, sindicatos,
escuelas y universidades donde existían. En Moreno, por ejemplo, se
desarrollaban columnas gigantes exigiendo la renuncia de Maria Eugenia Vidal
mientras la dirección del partido defendía que era una consigna no sólo excesiva
sino que le hacía el juego al kirchnerismo. La misma FUBA (!) tuvo ese
día que aprobar un comunicado exigiendo la renuncia de la gobernadora. Los
compañeros que en Moreno sostuvieron con firmeza las banderas históricas del
Partido Obrero hoy encabezan la tendencia que lucha por recuperarlo. Para Ramal
todo esto no tuvo que ver con la conformación de la tendencia o sólo se expresó de alguna forma en los debates que él tuvo en Mitre 2162.
Pasa lo mismo con la omisión a otros hitos locales en la conformación de la
tendencia. Los debates en La Plata, San Isidro, Almirante Brown, y la propia
Capital. Por ejemplo, para Ramal no tuvo que ver con la conformación de la
tendencia la lucha que los docentes universitarios dieron contra la dirección
naranja de AGD que votaba la paritaria de mayor pérdida del poder adquisitivo
de la década. Compañeros incluso que habían estado alejado de las filas del
partido sintieron un impulso necesario de sumarse a luchar contra esta infamia.
Tengo presente esta lucha porque fue el inicio de ataques de todo tipo contra
Catalina Flexer, la expulsión (si la expulsión) de su sindicato, el compromiso
de no militar más en su propia Facultad de trabajo y por supuesto los escraches
y difamaciones. Ya en aquella época Ramal decidió hacer silencio omiso de todo
esto. En su balanza personal tenía mucho más peso el “que dirá” de Gabriel
Solano que la defensa de los compañeros que habían luchado incansablemente
desde la clandestinidad. Unos meses después, según el propio Jacyn, el comité nacional
de la tendencia votó la expulsión de Cata Flexer en un texto
donde… sólo se atacaba a Maxi Laplagne por supuestas posiciones foquistas que
jamás fueron demostradas. Un delirio de quien está envuelto en un entrevero infinito de formalidades.
El mismo esquema de análisis se desarrolla a lo largo de toda la
publicación de Ramal que no hace el mínimo honor al año de lucha y desarrollo
que lleva nuestra tendencia. El método es propio de la escuela del Partido
Obrero que lo llevó a la pudrición: las referencias a la lucha de clases quedan
para una tercera o cuarta validación, si es que son incluidas. En este caso,
además, tampoco hay referencias a las crisis políticas que atravesó el país y
que son en definitiva las bases objetivas para la constitución subjetiva de un
grupo de obreros que se alzaba al grito de asamblea constituyente. Por ejemplo, se omite que la tendencia alza entre el pueblo las consignas que el PO desarrolló durante el argentinazo. De esta forma se omite la trama de verdadero hilo de la historia de los oprimidos de la Argentina y si una cualidad desarrolla nuestra tendencia es la capacidad por desenredarlo y tomarlo con las manos para darle impulso.
El análisis incluso promete repetir el método a futuro porque lo critica en
abstracto cuando recuerda que el motor de la historia no son las crisis
políticas sino la lucha de clases, pero como toda referencia abstracta que
intenta llenar de luz alguna apreciación se termina transformando en la pura
oscuridad. ¿A qué episodios, a qué luchas, a qué sindicato o a qué cosa se hace referencia al hablar de la lucha de clases luego de omitirla en tantos párrafos? Si no son colocados como los verdaderos protagonistas los compañeros
que batallamos con uñas y dientes en todo el país contra las entregadas de
Pitrola y compañía, si se omiten los errores burocráticos de la propia
organización, si no se revisan las caracterizaciones políticas previas, sino
existe la mínima humildad de crítica hacia adelante, entonces la historia
comete eternamente el error de repetirse.
Hoy nuestra tendencia tiene desafíos gigantescos. Los mismos que atraviesan los obreros de todo el mundo frente al mayor colapso social de la historia. Es necesario que la lucha de clases no sólo sea una bandera de colores, sino también el método científico de análisis. La historia no se hace desde escritorios. Reincorporación inmediata de los 1500 expulsados del PO. Expulsión de quienes encabezaron el espionaje. Por la reconstrucción de nuestro partido sobre bases revolucionarias. Por un gobierno de trabajadores en todo el mundo que termine con la peste.
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