Brote de tuberculosis en Berazategui

Mientras en la campaña electoral se matan por ver quien puso más policías en las calles, la crisis social explota en los barrios del Conurbano.

Los que antes tenían un laburo fijo en una fábrica ahora manejan Ubers, barren para la municipalidad o viven de changas.

La juventud se ve excluida de su propia ciudad en la que no tiene ningún futuro garantizado. Los alquileres valen lo mismo que en la Capital. El centro de la ciudad fue ocupado por megatorres y expulsó a las familias obreras de sus casas. Varios se fueron a vivir a las villas miseria creadas en el 2001. Después, Mussi pasó la topadora y se llevo las villas a Varela. Hoy, las villas vuelven a aparecer en Berazategui. Ya no son ranchos uno al lado del otro sino casas en las que antes vivían solamente los abuelos y ahora viven también las hijas y los nietos. El hacinamiento deteriora las condiciones de vida de las masas, física y psicologicamente. Muchas personas en un espacio pequeño exacerban la violencia doméstica. Muchos pobres mal alimentados en un lugar pequeño gestan la tuberculosis.

Todos los gobiernos del mundo quieren esconder la tuberculosis porque es un síntoma de atraso y miseria. Si bien los ricos también pueden contagiársela, los trabajadores están en peores condiciones en caso de contraerla. La tuberculosis necesita de un tratamiento prolongado de siete pastillas por día durante un año. El paciente, además, debe permanecer aislado de otros humanos durante semanas debido a la gran fuerza de contagio de la bacteria. Todo esto hace al tratamiento muy costoso. Cuando los hospitales no tienen recursos para afrontarlos, entonces los gobiernos empiezan a decir que es falso que haya tuberculosis. Exactamente de esa manera actuaron la municipalidad y el gobierno provincial frente a los casos en las escuelas de Berazategui.

El 30 Mayo de este año, los padres de una alumna presentaron el certificado médico en la escuela Media Nº 4 “Ernesto Sábato” diagnosticada de tuberculosis. Ese mismo día debería haber cerrado la escuela y se debería haber dado inicio a un protocolo inmediato para eliminar la bacteria de la escuela. Para esto no alcanzaba solo desinfectar, sino, como indica el procedimiento médico para la enfermedad, analizar los casos de toda la población de la escuela, vacunar en todos los casos en los que sea necesario y garantizar que ningún estudiante, docente o auxiliar se contagie. La dirección de la escuela no sólo no hizo esto sino que archivó el certificado e hizo de cuenta que no pasaba nada. Un mes y medio después se multiplicaron los casos en la escuela. La directora fue separada de su cargo y ahora ¡siguen las clases con normalidad! Esto, claro, sin decir que los profesores fueron convocados a trabajar en el interior de la escuela durante toda la última semana. Que se contagien, total. 

Todo parece raro hasta que empezás a ver que aparecieron casos por todos lados, en todas las escuelas, en todos los barrios e incluso en otras ciudades. Y casos no sólo de Mayo, sino de hace dos años atrás. Una ex alumna del colegio Politécnico declara: “tuve tuberculosis hace dos años. Tomaba siete pastillas por día. Se suponía que la escuela tenía que ser revisada. Nunca pasó nada. Yo me cambié de escuela”. También en Facebook varios vecinos de Pilar denuncian un brote de la enfermedad. Hay un gigantezco plan de encubrimiento que empieza en Macri, sigue en Vidal y tiene la complicidad de Mussi, Martiniano Molina y todos los intendentes de la Provincia.

Pero no solamente quieren esconder la tuberculosis. Quieren esconder la miseria. Quieren esconder la desocupación, los precios altos, la falta de trabajo digno y de vivienda. La falta de pan en algunos casos. Quieren esconder que las escuelas se caen literalmente a pedazos, que no tienen gas, que no mandan más el jamón para el sandwich de los pibes, que no arreglan ni las goteras. Quieren esconder que la luz se corta más de treinta horas por semanas en algunos barrios.

Pero no se puede tapar el sol con una mano. Los trabajadores, los estudiantes, los jubilados todos en el conurbano empezamos a decir basta. En el 2018 más de mil trabajadores de la educación copamos la Avenida 14 diciendo basta al ajuste en educación. Nuestra ciudad fue una de las cunas de los piqueteros que enfrentaron en el 2001 a De La Rúa. Tenemos una gran legado de lucha que afrontar. Luchando y enfrentando a los directivos y los funcionarios las madres de la media 4 lograron ser escuchadas y nos enteramos de que uno de sus hijos ya lleva más de veinte kilos perdidos por la tuberculosis. Sólo saliendo a las calles, juntando firmas, armando asambleas, coordinadoras, repartiendo volantes, publicando en redes sociales y movilizándonos podremos enfrentar el brote de cualquier enfermedad, desde aquellas gestadas por nuestro cuerpo hasta aquellas gestadas por el sistema social en el que vivimos.

Exigimos la declaración inmediata de la “emergencia sanitaria” en Berazategui que debe ir de la mano de un relevamiento meticuloso en todos los barrios para erradicar la tuberculosis de la Ciudad. Elevamos el alerta municipal a todo el país ya que, aunque a los macristas nos les genere simpatía, el contagio cruzará los límites de Berazategui cuando vamos a laburar a Capital. Exigimos vacunas disponibles las 24hs del día en hospitales y salitas. En cada lugar en el que sea necesario, hay que cerrar la institución. Si las autoridades o los patrones se niegan a hacerlo, debe ser impuesto mediante la huelga. SUTEBA debe convocar de forma urgente un paro distrital en defensa de la salud de sus docentes. Convoquemos asambleas en todas las escuelas en defensa de la vida digna de ser vivida.

Ni un caso más de tuberculosis. Mussi y Vidal son responsables.

Tomás Ridel