"Cuando elegí la palabra en la Gramatología deseaba traducir y adaptar a mi propósito el término heiddegeriano de Destruktion". Esta frase es literal de Derrida. La traducción del alemán Destruktion al español es destrucción. Al francés, destruction. Por ello, "en francés el término implicaba de forma demasiado visible un aniquilamiento, una reducción negativa". Como la traducción literal del concepto de Heiddeger no le era útil en su francés, lo cambió. De nuevo, ésto lo está diciendo él mismo.
En la Destruktion heiddegeriana, que no es más que el concepto original por el que se traduce "deconstrucción" vamos a encontrar todo lo que nos interesa para acercarnos al concepto de la forma más rica posible. Lo que vamos a demostrar a continuación es que los filósofos, movimientos sociales y partidos políticos que vulgarizan la filosofía han pisoteado hasta más no poder a la filosofía de Jaques Derrida. Luego, también criticaremos a Derrida.
Junto con otro grupo de pensadores que participaron desde la academia del mayo francés de 1968, la escuela filosófica de Derrida pasó a la historia con la etiqueta de "posestructuralismo". Este grupo criticaba a los filósofos estructuralistas que los habían antecedido, sobre todo, por su abandono de la historicidad del ser y el pensamiento. Reivindicaban El curso de lingüistica general de Ferdinand de Saussure en el que se afirma que el lenguaje debe ser pensado no sólo en sus expresiones actuales sino como parte de todo un proceso histórico. A este estudio Saussure lo denominó "lingüística diacrónica", es decir, el estudio de la lengua a través (dia) del tiempo. Los posestructuralistas afirmaban que no se podían alcanzar las estructuras del pensamiento por fuera de su temporalidad.
En el contexto de este debate Derrida recupera a Heiddeger quien titula el famoso parágrafo seis de su obra Ser y Tiempo como "La tarea de una Destruktion de la historia de la ontología". En 1927, Heiddeger intentaba demostrar que es posible un estudio histórico del ser. Si digo del ser y no de la metafísica es, justamente, porque lo que intentará demostrar es que es en el fluir constante del tiempo histórico donde se constituye todo lo que es. El ser no puede ontologizarse, nos dirá. "Expresa o tácitamente, el ser es su pasado".
De esta forma, si queremos pensar el mundo en términos metafísicos, entonces estamos obligados a estudiar toda la historia del ser. Los griegos concibieron al mundo como la expresión irreal de ideas divinas, los filósofos medievales igualaron el ser al Dios y René Descartes lo igualó al yo. Todos ellos, dice Heiddegger, pensaron el ser por fuera de la historia. Pero, así y todo, todas estas formas de existencia viven en el ser que "por medio de la apropiación del pasado llega a la plena posesión de sus más propias posibilidades de cuestionamiento".
Cuando al ser lo pensamos desde los hombres que lo estamos creando y pensando en la actualidad lo llamamos Dasein, "el ser ahí". Además del pasado que lo condena "el Dasein queda también a merced de su propia tradición " la cual "desarraiga tan hondamenta su historicidad que éste ya no podrá moverse sino en función del interés por la variedad de posibles puntos de vista del filosofar". Más fácil: "ya no es posible un retorno positivo al pasado". Toda la historia del ser se destruye.
Pero se trata de una destrucción que "no tiene el sentido negativo de deshacerse de la tradición ontológica". Por el contrario, "lo que busca es circunscribirlo en lo positivo de sus posibilidades. Su función negativa es sólo implícita e indirecta". Sucede que para definirse el ser requiere de su historia. "Será necesario - concluye Heiddeger - deshacerse de los encubrimientos de la tradición y alcanzar su fluidez". El ser toma su historia pasada, destruye sus viejos dogmas y se construye en el presente. Así, el ser será definido por su acción actual y su apego a las nuevas tradiciones de pensamientos. El pasado es negado, pero siempre está presente. Esta dialéctica del ser es lo que define a la Destruktion.
Esta Destruktion es traducida por Derrida como "deconstrucción". En su carta toma también éste juego dialéctico para aplicarlo a su filosofía. Al estudiar la gramática, nos dice, "era preciso comprender cómo se había construído un conjunto de reglas y para ello era necesario reconstruirlas". Cuando deconstruyo, a partir de lo que el concepto ya hereda de su pasado, lo reconstruyo en una nueva versión. Allí Derrida nos recomienda que hagamos caso a quienes interpretan la deconstrucción a partir de la teología negativa. Según ésta, como a Dios es imposible conocerlo en sí mismo, lo conocemos a través de sus manifestaciones, es decir, a partir de lo que Dios no es. Y si se refiere a la teología es también porque "la deconstrucción no es un método y no puede nunca ser transformada a un método. No es siquiera un acto o una operación. No corresponde a un sujeto (ni individual ni colectivo) que tomaría la iniciativa. La deconstrucción tiene lugar en un acontecimiento que no espera la deliberación, la conciencia o la organización del sujeto". Como vemos, Nadie toma la iniciativa de deconstruirse porque este es un proceso mismo de la naturaleza del tiempo, del proceder de la historia, no decido cuál es la metafísica que domina mi tiempo. "Ello se deconstruye. En este se que no es la reflexividad de un yo o de una conciencia reside todo el enigma".
A diferencia de todo lo repetido por la filosofía vulgar que deslumbra a los jóvenes mediante videos de youtube, la deconstrucción, en la filosofía derridiana que ellos mismos dicen defender, no da ningún tipo de lugar a la transformación de la subjetividad. No existe en la filosofía derridiana la posibilidad de mi transformación consciente por que la deconstrucción sucede, forma parte de la naturaleza del proceder temporal.
Para entender nosotros mejor a Derrida puede ser analizado a través del romanticismo, corriente literaria que en la Argentina tomó sus principios filosóficos de Hegel. Según los románticos, la historia es el desarrollo vivo de una idea que se despliega en el tiempo. La deconstrucción, en este caso, constituye los momentos de ruptura y transformaciones de esas ideas. Esta corriente también fue conocida como "historicista" porque, como vemos, hace de la historia su principio fundamental del pensamiento. Tomados de este punto de vista, los filósofos estalinistas de la Argentina quisieron hacerle creer al pueblo que el romanticismo había sido la expresión marxista del pensamiento en nuestro país. Un delirio. Pensar en términos históricos no significa nada si la historia está despegada de su expresión real que no es otra que la lucha de clases. El romanticismo fue, es y será parte de la filosofía idealista y los stalinistas fueron, son y serán los grandes tergiversadores históricos del pensamiento.
El posestructuralismo derridiana arranca al pensamiento del espacio, del tiempo y, aunque haya buscado lo contrario, también de la historia. Al ir a buscar la historia a las apreciaciones metafísicas, se encuentran con el vacío que pretendían llenar. Es que, digamos, es imposible pensar la historia arrancada de sus expresiones materiales, en concreto, del enfrentamiento constante entre clases sociales. Si Heiddegger pretendía estudiar la historia de la metafísica, entonces debería haber estudiado la historia de los seres que piensan el ser, y no solamente el ser tal como fue pensado.
Pero aunque Derrida haya sido idealista, sus concepciones son mucho más profundas que la de los difusores de YouTube. Según estos, la deconstrucción significa la transformación individual de nuestros comportamientos, algo que, vimos, Derrida rechaza literalmente. De esta forma, la subjetividad es arrancada, por su puesto, de su desenvolvimiento en el mundo material, pero también del pensamiento colectivo. Se llega a creer que existe la posibilidad de realizar esfuerzos subjetivos para pensar más allá de lo que piensa nuestro tiempo.
Estos mismos filósofos difunden entre la juventud que la abolición de la violencia hacia las mujeres se realiza a partir de nuestra deconstrucción. Los hombres, deberíamos pensar, pensar y pensar en nuestros comportamientos pasados a la vez que las mujeres deberían reevaluar los viejos criterios del mundo para concretar así una nueva realidad. Diría que se trata del regreso al voluntarismo nietzscheano pero creo que ni eso, es más bien la teoría tomada de los manuales de autoayuda según los cuales un repaso por mis conductas me llevaría a la felicidad y liberación de mi espíritu. Lo de espíritu, encima, literal en el año 2020. Dos mil quinientos años de filosofía a la basura.
La violencia de género, deberían entender estos falsos pensadores, parte de raíces muchos más crudas que las estructuras de nuestras ideas. Tiene sus raíces profundas en las diferentes clases sociales que a lo largo de la historia necesitaron de la explotación social de la mujer para dominar al resto de las clases ¿era posible para el hombre griego deconstruirse sin transformar de raíz la sociedad en la que las mujeres no eran consideradas seres dignos de andar por la calle? ¿Podía la mujer medieval romper sus lazos de servidumbre con el señor sin revelarse contra su feudo? ¿Puede la obrera liberarse de la opresión que la ata a su familia sin erradicar la explotación capitalista?
Como todas las conquistas populares, la liberación sexual según la cual podamos pensar libremente nuestro desenvolvimiento carnal por el mundo, es una tarea del proletariado. No es ésta una afirmación meramente teórica sino que parte del estudio de la realidad que forja la opresión de clase sobre las mujeres. La burguesía requiere de la dominación ideológica del hombre sobre la mujer como método de reproducción social del capital, en primer lugar imponiendo la idea de que son ellas las encargadas del criado de los niños pero también incorporándola al mundo laboral en condiciones adversas a la de los hombres. La liberación y el fin de la violencia hacia las mujeres requiere de la transformación radical de la sociedad que educa para violentarlas en el afán de acumular capital. Es en esta lucha, y sólo en ella, dónde el obrero transforma su propio pensamiento y se concibe en igualdad de condiciones que su compañera para revolucionar sus ideas. Que el primer paso en todas las grandes revoluciones de la historia lo hayan dado las mujeres es una prueba más de este desenvolvimiento necesario de la sociedad. Los obreros sólo nos deconstruiremos cuando al apropiarnos de nosotros mismos hagamos de nuestro cuerpo la herramienta para apropiarnos del mundo.
Maximiliano Laplagne
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