Publicado en Facebook el 23 de Octubre de 2019, dos días después de que los estudiantes chilenos saltaran los molinetes del subte e inicien la rebelión popular.
En los medios se habla del toque de queda con total normalidad, como si fuese la reglamentación de un boliche que a partir de determinada hora no permite el ingreso. Así, se habla de que en Santiago hay toque de queda desde las veinte horas, en Valparaíso desde las veintiuno o en Concepción desde las diecinueve.
El toque de queda es la muestra más clara de la ficción que significa el régimen constitucional del capitalismo. Es una ley, en medio de otras leyes de la constitución que permite abolir todas las leyes constitucionales. Es decir, desde el momento en que el presidente así lo decide la Constitución deja de regir. Hay una ley, digamos, que avala la suspensión de todas las demás leyes democráticas.
El 20 de Diciembre de 2001 el gobierno de De La Rúa intentó imponer el estado de sitio en Argentina. La historia misma dijo que las balas a la Federal no le alcanzaron para sacar al pueblo de la Plaza que estaba decido a hacerse escuchar. Pero en Chile, la situación es diferente porque la burguesía llega con veinte años de preparación militar para enfrentar al pueblo sublevado. En América Latina como en todo el mundo el presupuesto destinado a combatir al pueblo llega a niveles exhorbitantes.
Pero el obrero no tiene más que ollas y sartenes. El hecho de que a los chavistas ni se les pase por la cabeza entregar armas al pueblo chileno es la manifestación más clara de que su apoyo a la sublevación es para la tribuna. A la clase obrera no le queda más que utilizar sus propias armas, esto es, la parálisis de la producción mediante la huelga general. Se vuelve imprescindible desde ahora mismo la agitación en los cordones industriales y la formación de comités obreros que mediante la solidaridad proletaria garantice el paro hasta la victoria.
Las coordinadoras fabriles, que hasta ayer eran sólo una consigna de agitación heredada de la historia de lucha hoy se transformaron una una necesidad para conquistar la victoria. Y las coordinadoras o los comités de huelga, en tanto poder paralelo de los oprimidos no es más que el inicio de la extensión de una gran coordinación que transforme a Chile en una gran asamblea popular que constituya un nuevo gobierno. La asambleas se van a elevar en nombre de la defensa de una democracia que los demócratas no pudieron garatizar y boicotearon con el toque de queda. Como tal, la democracia asamblearia pasará a ser la dictadura de la gran mayoría proletaria sobre el capital. Como la Chile de hoy es la Argentina de mañana, nuestro mayor aporte es la agitación incensante por una constituyente que ponga en la cabeza de la clase obrera la necesidad de hacerse del poder.
Fuerza Chile. Venceremos.
Maximiliano Laplagne
Maximiliano Laplagne
Comentarios
Publicar un comentario