Los
cabildos abiertos son organismos del doble poder. Léase con
atención: del doble poder.
La mecánica política de una revolución consta del pasaje del poder
de una clase social a otra. Pero nada surge espontaneamente, mucho
menos la conciencia de una clase social.
En
la antigua Grecia, las clases medias de Atenas se enfrentaron con los
nobles y terratenientes. Si bien ambas clases pretendían quedarse
con el poder para aprovecharse del régimen de esclavitud, la clase
de los artesanos
defendía una democracia esclavista en vez de un régimen
oligárquico. Para tomar y
democratizar el poder, las
clases medias debieron antes
tomar las lanzas y derrotar en la guerra revolucionaria a la nobleza.
Una vez victoriosas, convocaron una asamblea constituyente que se
transformará en la asamblea gobernante de la pólis
ateniense. Pero, y aquí nuestra
cuestión, la victoria no surgió de la nada como el Dios Cristiano.
Muy al contrario, los artesanos debieron construir primero
sus propias asambleas en las que discutir. Allí, en el ágora,
se hicieron claras las diferentes posiciones políticas del proceso
revolucionario. Quienes tenían objetivos comunes conformaron sus
partidos, los
partidos crearon sus ejércitos, los
ejércitos se enfrentaron, triunfaron
los artesanos y los
artesanos convocaron
la constituyente. Lo
que antes parecía fruto de la magia, ahora lo comprendemos como
expresión de un proceso. La asamblea de Atenas da formato político
a lo que antes fueron centenas de pequeños ágoras,
nuestra versión griega del
cabildo abierto chileno.
El
doble poder es un fenómeno propio de los tiempos revolucionarios. No
es casualidad que los soviets rusos hayan sido creados en la
revolución de 1905 para
luego pasar a varios años de reflujos y emerger con más fuerza en
1917. Pero cuidado, los
soviets no son en sí mismo el doble poder. Aislado de la esfera
total de la realidad, el soviet es apenas una reunión de obreros y
campesinos. El soviet se vuelve órgano de doble poder cuando el
objetivo de sus participantes es la toma del poder. Y justamente el
soviet no pretende ser eternamente un poder distinto al
poder, pretende en cambio transformar su poder en el único
existente. Por ello el doble
poder
surge en épocas de revoluciones pues
su objetivo es pasajero, expresan la transición de un régimen a
otro nuevo y superior. El
doble poder existe mientras las contradicciones de la sociedad se
hayan vuelto insoportables pero
luego desaparece para ser
reemplazado por un sólo poder que lo supera.
En
todas las revoluciones de las
que tengo conocimiento el
doble poder se ha expresado
en la construcción de asambleas.
De hecho, el doble poder es una creación de la asamblea que discute
transformarse en tal. A veces no lo hace de manera plenamente
conciente, sino de forma transversal. Por ejemplo, luego de la
rebelión popular de Junio en Puerto Rico, a la que los
boricuas llaman “la
insurrección del verano”, han surgido por toda la isla, y también
en los Estados Unidos, “asambleas del pueblo”. Todas
ellas se coordinan en una
gran “red”. Allí se
discute desde los problemas cotidianos del municipio hasta una
solución frente a la
extenuante deuda externa. No se discute explícitamente el poder,
pero se discuten problemas que sólo serán resueltos si las
asambleas logran tomarlo. En Chile, en cambio, los asambleas discuten
directamente
la convocatoria a una asamblea constituyente
que reemplace el régimen de
Piñera por uno superior.
La
asamblea abierta es parte de la naturaleza social de la humanidad.
Para desarrollarse como especie, el ser humano debió politizarse,
dividir sus tareas, organizarse, establecer lazos y confluir en
objetivos. La constitución política de las tribus primitivas es la
asamblea. Para disolver las asambleas tribales, las clases dominantes
necesitaron de la espada o hasta el fusil. Para desarmar los soviets,
el stalinismo necesitó de un régimen de persecusión feroz. Para
desarmar las coordinadoras obreras, la burguesía argentina necesitó
de Lopez Rega
y la chilena de Pinochet. Al
desarmarlas, desarmaron momentaneamente, también, la dinámica del
doble poder. Ahora bien, como el doble poder no es una idea platónica
sino la expresión material del estado de las relaciones entre las
clases sociales, y como las clases sociales no persiguen sólo
objetivos momentáneos sino históricos, la dinámica del doble poder
vuelve a emerger. De las cenizas de los cordones industriales, el ave
fénix de los cabildos abiertos enciende a Chile en una llama
incesante. De la misma
manera, el año dos mil y uno
le mostró al pueblo argentino mediante
un ensayo general que las
asambleas populares tomarán la posta de las coordinadoras en la
próxima revolución.
Ahora
bien y para finalizar. De lo dicho se concluye que los cabildos no
reemplazan el poder en sí
mismos. Para ello sus
participantes deben hacerse cargo del
problema del poder y plantearse una estrategia para alcanzarlo. Así,
se debe comprender qué forma adopta el poder hoy,
en su tiempo. Es decir, que
en pleno Siglo XXI debe
apuntar todos sus cañones hacia la propiedad privada de los medios
de producción pues es allí, más que en ningún otro lugar, donde
descansa la dominación política de los Piñera del mundo. Con esto
queremos afirmar que el problema del poder en Chile lo tiene en sus
manos la clase social capaz de apropiarse de ellos mediante la
ocupación
fabril. Obsérvese cómo del estudio del doble poder hemos llegado a los métodos históricos del proletariado.
Maximiliano
Laplagne
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