Es evidente que la aceleración de la crisis política ha sobrepasado a los dos bandos. De un lado y del otro el problema se plantea de forma diversa. La organización, en sentido estricto, del movimiento piquetero se desarma y se disipa por debajo de la rosca electoral. De lado de Política Obrera la aceleración de la crisis es tan acelerado que sobrepasa su capacidad organizativa. No es que en soledad no esté planteada la posibilidad de un crecimiento (relativo) de Política Obrera. Desde esa perspectiva una política sectaria hace las veces de progreso. Pero como todo progreso el mismo es pensado en términos de una continuidad y no de un proceso de ruptura. La política de ruptura es propia de los tiempos de ruptura. El republicanismo estadounidense "ve una punta" en las elecciones argentinas, en el marco de internacionalizarlas y capitalizarlas políticamente. El fútbol es una cadena acelerada de esta relación. De alguna forma, como incipiente, como inicio, como algo-a-pasar, como proceso, como tendencia, el problema del frente único, al menos, emerge en el vocabulario.
Si el PRO pudo dirimir internas por encuestas, al menos, en algo, hay que seguir a las encuestas. 3,1% Myriam Bregman. 1,2% Gabriel Solano. Esto coloca indefectiblemente a la posición antipiquetera de la izquierda a la cabeza de una elección.
Mal nacida y todo la tendencia de Solano y Pitrola hace su primera experiencia. Sin embargo, todo el crecimiento estético del partido obrero que estos pretenden hacerse propio vino de abajo. La vanguardia entre el 2014 y el 2017 no fueron ellos. Fuimos nosotros, yo, Maxi Laplagne, Lucas Valderrama, Nicolás Rubinstein. Fuimos la perspectiva más digna de crecimiento histórico de la izquierda. Estableció el doble poder en la Facultad de Filosofía y Letras y, sobre todas las cosas, pusó en primer lugar de la dirección de ese poder al gremio no docente. Fue saludad en público por los choferes de la Línea 60, estuvo en la primera línea de Lear y le ganó en la Universidad por veinte puntos a un Frente en Filosofía y Letras contra el kirchnerismo, La Mella, con el apoyo de todo el PJ, de la Cámpora Nacional y hasta con la presencia de la mismísima Cristina Kirchner diez días antes de la elección.
Esto significa que por historia reciente, la revolución no se enmarca aún en la estética de ninguna de las dos tendencias mayoritarias del PO.
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