Son inseparables el desarrollo político del desarrollo evolutivo de la humanidad porque uno depende del otro. En soledad, el hombre primitivo carecía de objetivos históricos a alcanzar y su vida transcurría bajo el mandato de las necesidades inmediatas de su cuerpo. Para huir de las bestias trepaba los árboles, para alimentarse salía a cazar. Sólo agrupado el ser humano inicia la historia que va más allá del imperio de las necesidades inmediatas.
Como toda revolución, además del factor subjetivo, el otro gran protagonista es el desarrollo de la fuerzas productivas alcanzadas por la sociedad. En la historia humana el desarrollo de nuestras capacidades, técnicas y descubrimientos científicos se hace a expensas de la gran mayoría de los individuos. El ascenso del espíritu y la mentalidad individual sólo se produce en el marco del sacrificio de toda la especie y, en particular, de las clases sociales que se gestan en su desarrollo. Nacidas con el objetivo de enfrentar a la naturaleza en nuestra pelea por sobrevivir, las tribus no sólo dan inicio a las formas políticas democráticas sino a la apropiación inicial de la naturaleza y su riqueza en un número reducido de seres humanos. La conquista del fuego, las armas primitivas de caza y la incipiente agricultura obligan a las tribus a organizar la propiedad privada dividiendo socialmente el trabajo. Adultos con capacidades físicas para hacer prosperar la producción se imponen políticamente a jóvenes, ancianos y mujeres. Surge así la primera gran división de la sociedad en clases sociales antagónicas. Un grupo reducido toma en sus manos el desarrollo de la producción dando inicio a la propiedad privada de la riqueza obtenida de la naturaleza mediante el trabajo humano. El resto, sobre todo las mujeres, deben dedicarse exclusivamente al trabajo, el que se transforma en la primera forma de excedente. La boulé acapara por unanimidad la propiedad privada del suelo, el cultivo y el arriendo.
Junto a la organización democrática primitiva se da inicio a las clases sociales. En términos formales, la democracia tribal representará la dictadura de la minoría poseedora sobre la gran mayoría de la civilización. Incluso avalada por la totalidad de sus miembros, la asamblea tribal funciona como un órgano democrático que impone la dictadura de una minoría sobre el resto de la tribu. La democracia posee en su germen la dictadura. Este esquema ambiguo que sólo puede caber en el pensamiento dialéctico permanecerá inalterado en la historia universal de nuestra especie. Sólo la abolición de las clases sociales podrá inclinar la balanza de la historia.
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